Las investigaciones científicas, en la inmensa mayoría de los casos, son lentas, metódicas y, por ende, tediosas. La confirmación de teorías e hipótesis deben estar suficientemente contrastadas y avaladas por datos y evidencias que tengan visos de realidad y certeza. Los hallazgos realmente espectaculares, que cambien el rumbo de la arqueología, son esporádicos y, en la mayoría de las ocasiones, fruto de la suerte o la casualidad. Así, por ejemplo, para extraer toda la información de una excavación arqueológica, se requiere muchísimo tiempo y dedicación para, tras el análisis de restos ínfimos, poder extraer unas conclusiones científicas. Así mismo, debemos tener presente, que el trabajo de campo es la parte más atractiva, puesto que todos esos materiales extraídos requieren de un estudio de laboratorio ingente, minucioso y, en ocasiones, exasperante.
📸Restos arqueológicos de la Cueva Chica (Puntallana) en el Museo Arqueológico Benahoarita.
JORGE PAIS
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